domingo, 10 de abril de 2011

El mar en una hoja, una ola en aquel árbol

El viento pesaba en lo verde, alba es verde, y el alba estaba crecido hasta las doce en las manillas de aquel reloj calipso que brillaba en el suelo. El viento corría, el viento estaba vivo, y el verde, y la vida, era un mar que se elevaba en el espacio, y flotaba, y existía si cierras ahora los ojos, o si yo miro al frente; el mar a través de mi ventana, un mar verde que vuela y silva como el viento, un mar de pajaritos, una orquesta, un mar dulce, un mar, mi mar.

Luz, luz por todas partes, brillo, alba, luz, verde, mar, vida. Mi vida en el mar verde, la luz del alba sobre mi vida, canciones a un compás de luces y sombras en movimientos, de pájaros que vienen y van y de reflejos en las hojas, del mar, de mi mar, de las olas de mi mar en mi ventana sobre las hojas.

Y el tiempo para, y un ángel aparece para detener el tiempo, blanco, pequeño, redondo, y viene y vuela de derecha a izquierda y es lo único que se mueve en un tiempo eterno, y yo que todo lo veo, y yo que todo lo siento, yo soy aquel ángel que diviso fugaz desde mi ventana…

¡oh mi mar, mi vida, mi alma! Hoy el día, la vida, la luz, y ese ágil movimiento de las hojas, el aire, que me transporta allí, a mi hogar, lejos, muy lejos de aquí, mi hogar. Mi mar.