sábado, 9 de abril de 2011

Empecemos a borrar los miedos

Un día decidí olvidar hasta mi nombre, decidí olvidar los motivos, decidí olvidarlo todo. Creí que si olvidaba, no echaría de menos, pensé que si lo olvidaba, sería como si nunca hubiese pasado...

Pero aquello implicó que nunca hubieses existido, y sin embargo, cada vez que una nota saltaba en el aire, ahí estabas tu. En cada rincón, en cada risa, en la lluvia, en la brisa, tu en todas partes...

Siento tanto haber sido una cobarde, mi amigo, mi gran amigo, mi mejor amigo, tu me enseñaste algo que pocos saben ver, tu me hipnotizaste, me hiciste viajar en el espacio y en el tiempo... me hacías sentir capaz de volar...

Pero un día te fuiste, lejos, muy lejos, aún lugar donde sólo los ángeles saben ir, a un lugar donde no te podía visitar... y pensé... que ya no volvería a escucharte, ni a verte...

Cogí mi guitarra, tu mayor regalo, la guardé y la alejé de mi, mande que la escondieran, no quería saber donde estuviera, no quería volver a recordar las notas, MI LA SOL FA RE... las olvidé, como si mis dedos nunca las hubiesen acariciado, las desterré...

Pero... me equivoqué... porque te eche de menos cada día... con el alba se asomaba tu recuerdo, cada puto día, mientras miraba a través de la ventana de autobús que recorría el camino de la rutina... cada tarde, era un castigo para mi alma, subir aquellas escaleras, aquellas que terminaban en lo alto, en lo más alto, en mi estudio, donde tantas tardes tu me esperabas con una sonrisa en la cara, donde tu me enseñabas, donde yo aprendía, donde tu me escuchabas, donde yo te escuchaba, y nos hicimos amigos, y nos unió la música.

Pero... me equivoqué... tocando noche, tras noche, la misma canción porque me hacía llorar... Aranjuez... y el padrino de todos los padres... una historia de amor, una historia de muerte, una historia de música.

No fui a tu entierro... perdóname, me enteré tarde, cuando me enteré no e lo creí, y luego, tan solo no quise creerlo.

Mi maestro, me equivoqué, porque no supe olvidar, porque no se puede olvidar, porque pensé que no iba a echarte de menos si lo hacía, y el vacío de un alma sin música es peor que cualquier ausencia.

Hoy por hoy se, que el camino que me devuelve tu mirada, tu sonrisa, y algún que otro abrazo,... hoy por hoy se, que es la música, que es mi Alhambra.

Desde hoy, empezaré a recordar.

Y volveré a ser Aranjuez a través de tus manos y mi mirada... aunque sin ti, será más difícil, sin mi gran maestro.

Hagamos un instante...


Y la inspiración se convirtió en eterna, la llameante ira acabó con la inocencia de sus ojos, una corona de espinas se posó sobre su corazón, su sonrisa se tornó triste, sus castigados latidos pausados, estremecidos, apagados, muertos... Pidieron misericordia...

Y allí quedó todo. Poco a poco su cuerpo perdió vida..

Se quedó aquel desmayo provocado por la humillación.
Se quedó aquel grito ahogado creado por la traición.
Se quedó el verano, el otoño, el invierno y la primavera, allí todo se quedó.
Todo junto con las sangre que corría por el suelo, allí corrían los sueños, allí corría una vida, y por un momento todo desapareció.

La inspiración se tornó en una expiración purificadora, todo se fue con ella, y el viento se lo llevó, se lo llevó, no se dónde en una habitación cerrada, sin ventanas, vacía.

Pero secó sus lágrimas...

A veces, aparece el sol con el fin de la madrugada, otras no.
A veces nos rompen el corazón y otras veces somos nosotros los que pisoteamos más de uno.

Lo peor de todo, es que nadie tiene la culpa, nadie controla sus sentimientos, nadie los manipula, nadie los crea o los destruye, ellos son por si mismos, y por si mismos eligen a quién amar o a quien odiar...

Pero la vida sigue...

Un mal día, un mal de amores o una enfermedad que consuma tu aliento, pero la vida sigue, los sentimientos seguían andando por el río de sangre, lo sentimientos seguían...

Todo ser humano nace con una pregunta a la que encontrar respuesta y no conozco a nadie vivo que lo haya conseguido.

Por eso hoy como otras muchas veces, y puede que de manera más sádica, acepte, que no amo, que no soy digna de amar ni de ser amada, y pido perdón a todos ellos que como a mí, por capricho de una ola de sangre, hayan sentido el vacío, por haberme tenido cerca, y después yo sin saberlo haber desaparecido.

Nunca fue mi intención dañar a nadie.

Nadie podrá amarme tal y como soy nunca.