sábado, 9 de abril de 2011

Hagamos un instante...


Y la inspiración se convirtió en eterna, la llameante ira acabó con la inocencia de sus ojos, una corona de espinas se posó sobre su corazón, su sonrisa se tornó triste, sus castigados latidos pausados, estremecidos, apagados, muertos... Pidieron misericordia...

Y allí quedó todo. Poco a poco su cuerpo perdió vida..

Se quedó aquel desmayo provocado por la humillación.
Se quedó aquel grito ahogado creado por la traición.
Se quedó el verano, el otoño, el invierno y la primavera, allí todo se quedó.
Todo junto con las sangre que corría por el suelo, allí corrían los sueños, allí corría una vida, y por un momento todo desapareció.

La inspiración se tornó en una expiración purificadora, todo se fue con ella, y el viento se lo llevó, se lo llevó, no se dónde en una habitación cerrada, sin ventanas, vacía.

Pero secó sus lágrimas...

A veces, aparece el sol con el fin de la madrugada, otras no.
A veces nos rompen el corazón y otras veces somos nosotros los que pisoteamos más de uno.

Lo peor de todo, es que nadie tiene la culpa, nadie controla sus sentimientos, nadie los manipula, nadie los crea o los destruye, ellos son por si mismos, y por si mismos eligen a quién amar o a quien odiar...

Pero la vida sigue...

Un mal día, un mal de amores o una enfermedad que consuma tu aliento, pero la vida sigue, los sentimientos seguían andando por el río de sangre, lo sentimientos seguían...

Todo ser humano nace con una pregunta a la que encontrar respuesta y no conozco a nadie vivo que lo haya conseguido.

Por eso hoy como otras muchas veces, y puede que de manera más sádica, acepte, que no amo, que no soy digna de amar ni de ser amada, y pido perdón a todos ellos que como a mí, por capricho de una ola de sangre, hayan sentido el vacío, por haberme tenido cerca, y después yo sin saberlo haber desaparecido.

Nunca fue mi intención dañar a nadie.

Nadie podrá amarme tal y como soy nunca.

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